De cómo nace La Orza y del camino que hemos
recorrido hasta llegar al punto actual queremos hablaros en esta ocasión.
Los
orígenes en el bar del abuelo en Cañamares (Cuenca), la intensa etapa de
trabajo que vivimos en el bar Castilla en Cortes de Pallás y la creación y
asentamiento del restaurante La Orza en Chiva. No ha sido fácil ni sencillo. Ha
sido un recorrido de mucho trabajo y sacrificios; siempre pendientes de buscar
el mejor producto, cocinarlo cómo mejor sabemos para que el cliente se vaya
siempre más que contento de nuestra casa, de su casa.
Hemos cambiado de pueblo,
hemos mejorado instalaciones técnicas culinarias e infraestructuras. Tenemos
nuevos proyectos y nuevos retos, pero la misma filosofía de trabajo, honradez
en la cocina y vocación de servicio del primer día.
Para no cansaros, dividiremos este relato
familiar en tres partes:
- La niñez y comienzos de
Ángel Espejo en el bar de sus padres en Cañamares (Cuenca)
- Los primeros pasos como
camarero en Chiva y la apertura del bar Castilla junto a Mari Carmen en Cortes
de Pallás
- El regreso a Chiva para
poner en marcha “La Orza de Ángel”, su asentamiento y el comienzo de nuevos
retos de manos de sus hijos, Ángel y Roberto.
Veamos pues en esta entrada del blog cómo fue la infancia de Ángel en su pueblo Cañamares.
CHATOS DE VINO, BOTELLINES Y CAFÉ DE PUCHERO EN EL BAR ESPEJO DE CAÑAMARES
Aún no alcanzaba la altura
de la barra y ya atendía a los clientes en el bar de sus padres. Ángel se ha
criado entre botellines, cuartillos de vino y zarzaparrillas.
Los comienzos hosteleros de
la familia que está al frente de “La Orza” hay que buscarlos en Cañamares, un
pequeño pueblo de la Sierra de Cuenca. En los años 40, los abuelos de Ángel ya
regentaban un casino en el municipio que pasó a convertirse en Bar Espejo una
vez que sus padres se hicieron cargo del negocio familiar.
En aquella época un bar de
pueblo no disponía mucho que ofrecer. Distracción, partida, conversación, fumeteo y algún aguardiente, café de
puchero o vaso de vino. (Bueno, pensándolo bien, no es poca cosa, es mucho más
de que podemos encontrarnos hoy en día en muchos de los establecimientos a los
que vamos. Se trataba de puntos de encuentros, de socialización y tertulia). “En
estos pueblos se vive en plano, no sufrimos la riqueza ni la pobreza. Para bien
o para mal el dinero corre poco”, explica Ángel Espejo al recordar su
niñez en Cañamares.
Comprar una televisión para
el bar y más tarde una cafetera exprés supusieron grandes revoluciones para el
Bar Espejo. Otro cambio importante vino en los años 60 con la llegada de la
cerveza que junto a la gaseosa traía la madre Ángel, con su madre Sagrario, en
un burro desde un pueblo cercano.
Como no había neveras, Ángel
se encargaba de bajar los botellines y las gaseosas a una cueva de arena por
una escalera de palo para mantenerlas frescas. Luego, por supuesto, había que
subirlas. De eso se encargaba este chavalín espabilado y listo que probó su
primer cigarro con seis años de la mano de su abuelo… recibiendo por ello una
paliza por parte del cura del pueblo.
Otros de sus trabajos diarios
era ir a por los cántaros de agua a la fuente con el burro y las aguaderas para
fregar los vasos y platos que se utilizaban en el bar. No había agua, pero
tampoco desagües, así que luego, al finalizar la jornada, había que tirar ese
agua sucia al pozo ciego del bar o sacarla al descampado más cercano. “Mis
amigos jugaban, yo estaba en el bar… Siempre había algo que hacer”, explica
Ángel sobre estos años.
CAÑAMARES
Aprovechamos
la historia de Ángel para conocer un poco mejor su pueblo, pues tiene
curiosidades que merece la pena saber.
Cañamares
es según la información recabada, el único pueblo de España en el que aparecen
en su escudo tres plantas de “cannabis sativa” .
La representación de las plantas de cáñamo aluden a la toponimia
del lugar. Es tradición la dedicación del municipio de Cañamares al cultivo y
transformación del cáñamo, dedicación agrícola e industrial sustituida desde
hace años por la del mimbre.
Con
una ubicación privilegiada y rodeado por el puerto de Monsaete y por los
amplios campos de cultivo del mimbre, dicho pueblo esconde varias sorpresas
para el visitante, ya sea en forma de su arquitectura popular, ya sea en forma
de parajes (donde destaca la conocida "Dehesa", perfectamente
acondicionada para el recreo). Además, no muy lejos de Cañamares, siguiendo en
dirección norte la carretera que conduce a Molina de Aragón, aparecen algunas
de las hoces más hermosas de la provincia, como son las de Beteta o la de
Tragavivos.